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Los mitos del porno mainstream

Publicado el Miércoles, 19 de Enero de 2022 ↩ Volver atrás

La primera etapa en la historia de la pornografía trascurre desde principios del siglo XX hasta los años sesenta de este. Esta primera fase del cine para adultos se caracterizó por producciones en la clandestinidad, con bajo presupuesto y con un guion amplio. No fue hasta los años setenta cuando apareció la pornografía tal y como la entendemos en la actualidad. Desde esta década el cine pornográfico se popularizó hasta cotas inimaginables. Las producciones se hicieron cada vez más profesionales contando con presupuestos mucho más elevados. Cintas con una gran variedad de personajes, juguetes y primeros planos. Además, el cine para adultos comenzó entonces a tomar diferentes caminos: producciones de sexo vaginal, oral, anal, hetero, interracial, lésbico, gay o transexual, entre otras. Años más tarde, desde mediados de los 80 hasta los 90, la industria del porno creció aún más con la llegada de las cintas  VHS y la televisión por cable. Finalmente, con el florecer de Internet surgieron los denominados videochats porno y cientos de páginas de videos X. Gracias a estas nuevas tecnologías la pornografía es más accesible que nunca para cualquier consumidor.

 

Desde que el consumo de cine para adultos se convirtió en algo habitual entre la población este ha sido duramente criticado desde diferentes sectores.  Reproches relacionados con la manera en la porno mainsteam –la pornografía mayoritaria- muestra situaciones o imágenes que distan bastante de la realidad. Cuerpos perfectos, sin bello, sin arrugas, sin celulitis, así como una total predisposición de la mujer a ser cosificada. Con esta base, en este post queremos mostraros cuáles son los mitos de la pornografía convencional o mainstream. Mitos vs. realidad.

 

Características de la pornografía mainstream

Para entender qué hay de cierto y qué no, resulta imprescindible conocer lo que suele mostrar la pornografía mainstream. Las películas, videos X y videochats porno de este género se caracterizan por situaciones como el abuso de poder o sexual del hombre hacia la mujer. También suele enseñarnos situaciones en las que se produce el incesto o la violencia sexual como si se tratara de algo corriente. Otras peculiaridades de esta clase de pornografía son la exhibición de trastornos sexuales –que en la vida real no deben ser tomados a risa- como la disfunción eréctil, la eyaculación precoz o la incapacidad para tener orgasmos. Según los especialistas en salud sexual, esta manera de hacer pornografía está relacionada con una sociedad machista, así como con la represión de las minorías o las expectativas imposibles de alcanzar. Por lo tanto, el porno mainstream no debe ser un modelo de educación sexual para los jóvenes y adolescentes. La pornografía convencional solo son fantasías, actuaciones bajo la supervisión de un guion previamente acordado entre los artistas. Dicho esto, veamos cuáles son los mitos de este género pornográfico.

 

Mito1: El deseo tiene un botón de ON/OFF

¿Cuántas veces hemos visto que, con solo acariciar un pecho o la entrepierna, tanto los actores como las actrices ya están excitados y con ganas de tener relaciones sexuales? Sin embargo, la realidad es muy distinta. Al igual que en la vida real, antes de comenzar a rodar una película los artistas dedican varios minutos a “ponerse a tono”. Cuando comienzan a grabar la película ya vienen excitados y listos para meterse en el papel. Aunque lo ignoremos, lo cierto es que para grabar un tramo de 10 minutos se requieren varias horas de grabación. Por lo tanto, lo que vemos en el cine porno es únicamente una versión sintetizada de lo que fomenta la excitación. Por otra parte, los artistas del cine para adultos o las modelos de los videochats porno, al tratarse de su profesión, poseen unas condiciones físicas y un entrenamiento previo que ninguno de los comunes mortales tenemos. Esta es la única manera por la que son capaces de aguantar horas de penetración, de posturas imposibles o de sobreactuar durante el orgasmo. Así que no, no porque se presione un poco más a la compañera sexual, se va a activar el deseo.

 

Mito 2: cualquier postura es placentera

El Kamasutra se queda corto con lo que nos enseña el porno mainstream. El cine para adultos de este tipo nos muestra decenas de posturas imposibles que, sin embargo, parecen ser muy placenteras para los artistas. Nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que la pornografía convencional lo que promueve son posiciones visualmente atractivas al ojo del consumidor. En su mayoría, posturas encaminadas a satisfacer a los hombres. Sin embargo, estas situaciones distan mucho de dar placer a la mayoría de los mortales. Por esta razón casi la totalidad de los expertos en temas de sexualidad recomiendan no intentarlas en casa. En el caso de hacerlo es importante hablarlo con la pareja. Acordar dónde, cuándo, cómo y el ritmo. En definitiva, las posiciones que vemos en la pornografía o en los videochats porno lo que buscan es excitarnos a través de las imágenes que proyectan.

 

Mito 3: El objetivo es alcanzar el orgasmo

Como sabemos, las escenas mainstream siempre nos enseñan que el principal objetivo es el orgasmo –sobre todo, el del hombre- y la eyaculación. Sin embargo, en las relaciones sexuales lo más importante no es únicamente el orgasmo, sino el disfrute de los participantes. Asimismo, el hecho de centrarse exclusivamente en la meta del orgasmo puede provocar con el paso del tiempo trastornos como la eyaculación precoz. Lo que la pornografía de este tipo nos enseña tiene mucho que ver con que cada vez haya más personas preocupadas por no ser capaces de satisfacer a sus parejas. En realidad, el sexo debe ser un acto de placer para todos los participantes.

 

Mito 4: La mujer perfecta

La pornografía convencional siempre se ha caracterizado por disponer de mujeres con rasgos físicos casi imposibles. Chicas con un rostro angelical, con pronunciados pechos y caderas, así como un trasero prefecto. Además, la pornografía mainstream enaltece los rasgos europeos o norteamericanos: chicas de cabello rubio o pelirrojo, con ojos claros y piel blanca. Por el contrario, desiste de grupos de mujeres minoritarios como las latinas, asiáticas, negras…, así como de aquellas con sobrepeso u obesidad. Esto, sin duda, representa una clara discriminación. La chica perfecta en la vida real no es aquella con determinados rasgos físicos, sino aquella que nos comprende, respeta y ama.

 

Por otro lado, el porno mainstream o los videochats porno suelen asentarse sobre unos cánones de belleza que pueden representar un riesgo para la salud. Por ejemplo, a través de las intervenciones quirúrgicas para el aumento de los pechos o la blanqueación de la zona anal. Este modelo de belleza no solo somete a presión a hombres y mujeres a cumplir con una plantilla de cuerpo, también a reducir la posibilidad de disfrutar al máximo la sexualidad a través del placer y el respeto mutuo.